En un mundo
donde muchos pensadores buscan el éxito personal y juegan con los errores de
moda para estar a la vista del público, mi esposo se mantuvo como un Sòcrates cristiano. Había puesto su vida al
servicio de la verdad, y nunca, absolutamente nunca, accedió a la tentación de
traicionar ni un ápice la verdad para promover su reputación o su ventaja
personal.
Así como tuvo en
común con Platón
la
pasión por la verdad, como cristiano supo que Cristo es la Verdad, y siempre
consideró su trabajo como una tarea religiosa.
Estaba
convencido de que los catastróficos errores de hoy en día que son difundidos
por teólogos famosos pueden frecuentemente ser localizados en desastrosas
filosofías, sean éstas relativismo, subjetivismo, idealismo, empirismo, o
algunos otros ismos.
Alice von Hildebrand. Un caballero para la verdad
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