Es consolador que en nuestros días los cristianos se sientan comprometidos frente al mundo en una medida no vista antes. Pero deberían preocuparse tanto más de "no avergonzarse del Evangelio" (Rom 1, 16); y ello precisamente cuando se lo mira como una locura por parte del mundo (1 Cor 1, 18; 1, 24 ss.).
Oscar Cullmann. Jesús y los
revolucionarios de su tiempo.
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