La fe cristiana es experiencia de fragilidad, medio de convertirse en huésped de otro que inquieta y que hace vivir. Esta experiencia no es nueva. Después de los siglos, los místicos, los espirituales la viven y la narran. Actualmente he aquí que se hace colectiva, como si todo el cuerpo de las Iglesias, y no ya algunos individualmente heridos por la experiencia mística, debiera vivir lo que el cristianismo ha anunciado siempre: Jesucristo ha muerto. Esta muerte no es solamente el objeto de un mensaje concerniente a Jesús, sino la experiencia de los mensajeros. Las Iglesias, y no solamente el Jesús del que hablan, parecen llamadas a esta muerte por la ley de la historia. Se trata de aceptar ser débil.
Michel de Certeau. La faiblesse de croire.