"El arte que trasciende, que ayuda a ver y encontrar al otro, que es expresión de la tradición y de la renovación de la fe y de belleza". Benedicto XVI

domingo, 27 de junio de 2010

Del infierno acosado


Todo lo hace venturar la vida, que deseo muchas veces estar sin ella, y era por poco precio aventurar a ganar mucho. Porque no hay quien viva viendo por vista de ojos el gran engaño en que andamos y la ceguedad que traemos.


Santa Teresa de Jesus. Libro de la Vida. cap.21,4.

viernes, 25 de junio de 2010

Piedra sobre piedra


Y es cosa natural y muy usada que cuando los reinos y provincias se hallan más encumbrados en toda prosperidad entonces perezcan y se deshagan; todo lo de acá abajo a la manera del tiempo y conforme al ­movimiento de los cielos tiene su período y fin, y al cabo se trueca y ­trastorna, ciudades, leyes, y costumbres.


Juan de Mariana . Historia general de España. 1649.I, 174.

jueves, 24 de junio de 2010

La cultura perdida


No se puede conocer bien otras culturas hasta que, a través del conocimiento de la propia, se alcanza un punto en el que la integración significa algo. De lo contrario te encuentras con una mezcolanza inútil.

El sistema de educación artística les ha fallado al dar prioridad a la teoría sobre la práctica , la terapia sobre el aprendizaje, la estrategia frente a lo básico.

La tarea de la democracia en el campo del arte es hacer un mundo seguro para el elitismo.


Robert Hughes. La Cultura de la queja.

miércoles, 16 de junio de 2010

El valor de la equivocación


No hay hombre capaz, por frío que sea, de aniquilarse a sí mismo en espectacular indiferencia. Nues­tras diversas inclinaciones cuentan siempre. El científico no es un puro teorizante, ni siquiera como científico: busca y ama la verdad, le espanta perderla y emprende su investigación aun a riesgo de equivocarse y no contribuir al avance de la ciencia. Si fuese indiferente no descubriría absolutamente nada.


René Le Senne. El Movimiento de Dios

lunes, 14 de junio de 2010

Deambular por Babia



Hoy el desafío del intelectual no es el propósito de profundizar el conocimiento para ganar en libertad; el desafío actual es propagar la sospecha. La influencia de que el posestructuralismo francés disfruta en la vida universitaria responde a una necesidad profunda, aunque esta necesidad sólo sea la de racionalizar el fracaso.


John Patrick Diggins. The Rise and Fall of the American Left

sábado, 12 de junio de 2010

La prosperidad de las aberraciones


La religión, pues, no es más que la forma de expresar la esperanza, y es tan natural al corazón humano como la esperanza misma. Es una especie de aberración de la inteligencia lo que aleja a los hombres de las creencias religiosas; pero una inclinación invencible les vuelve a llevar a ellas. La incredulidad es un accidente; la fe es el único estado permanente de la humanidad.

Si los ciudadanos, al hacerse iguales, permanecieran ignorantes y toscos, resultaría difícil prever hasta qué exceso de estupidez podría conducirles su egoísmo, y no sería fácil anticipar en qué vergonzosas miserias se sumergirían ellos mismos por miedo a sacrificar algo de su bienestar a la prosperidad de sus semejantes.


Alexis de Tocqueville. La Democracia en América



viernes, 11 de junio de 2010

Encontrarnos en la Palabra


La oración es un diálogo en el que lleva la iniciativa la palabra de Dios y en el que previamente solo podemos ser oyentes. Lo decisivo es que escuchemos la palabra de Dios y encontremos en ella la respuesta a Dios. Su palabra es la verdad, que nos ha sido revelada, mientras que en el hombre no hay ninguna verdad última, incuestionable.


Hans Urs von Balthasar. La Oración Contemplativa

jueves, 10 de junio de 2010

Levantar el vuelo


¿Oíste? ¿Has oído? Voces de sirenas son: tú, por tu salud, guárdate de dar­les orejas. Muéstrate nuevo Ulises. ¿Enrederán tu mente en sus hechizos si les prestares atención? Blandos son en extremo estos cantos, y tales que movieran pechos berroqueños; pero acuérdate que son mortíferos y que conducen a la perdición eterna. Hacia acá, pon oídos, pon ojos, pon alma; acumula toda cuanta energía poseas; aguza con ardor tu penetrante inge­nio; no incurras en la bobería de ha­lagarte a ti mismo; profundiza en el asunto y seguramente verás, si es que algo vieres, cuán blandengue, cuán vano, cuán indigno de ti es todo lo que te impide levantar el vuelo.


Erasmo. El menosprecio del mundo

martes, 8 de junio de 2010

Principio del Distributismo


Tengan presente los ricos y los patronos que oprimir para su lucro a los necesitados y a los desvalidos y buscar su ganancia en la pobreza ajena no lo permiten ni las leyes divinas ni las humanas. Y defraudar a alguien en el salario debido es un gran crimen, que llama a voces las iras vengadoras del cielo.

Han de evitar escrupulosamente los ricos perjudicar en lo más mínimo los intereses de los proletarios ni con violencias, ni con engaños, ni con artilugios usurarios; tanto más cuanto que no están suficientemente preparados contra la injusticia y el atropello, y, por eso mismo, mientras más débil sea su economía, tanto más debe considerarse sagrada.


León XIII. Encíclica Rerum Novarum

lunes, 7 de junio de 2010

Finis Gloriae Mundi


Mira en este desdichado monte, á quien el mun­do llama felicidad, la multitud de gente que le ha­bita: mira la confusión, y babel, y vocería con que unos á otros no se entienden.

Mira los ambiciosos, qué tristes, y qué ham­brientos de bienes de fortuna: hasta los montes de oro y plata tienen á las espaldas, no porque la des­precian, sino porque esta gente nunca mira lo que tienen, sino lo que les falta.

Mira los deshonestos encenagados en los pant­anos de la lascivia, sin tener aun habilidad para dar voces, porque su torpeza es tanta que ni áun hablar les deja.

Mira los envidiosos comiéndose á bocados, siendo alimento de sí mismos. Mira los murmurado­res de todo descontentos, y nada les parece bien, sino el decir mal. .

Mira cuánto ladrón, cuánto homicida, cuánto embustero , cuanta soberbia, cuánta vanidad ocu­pa la corte de esta ramera. También tiene este maldito pueblo sus ermitaños y penitentes, unos que profesan virtud por sus comodidades, otros que viven solitarios por no hacer bien á nadie, otros que no comen de miserables, otros hacen penitencia por que los alaben; y ha llegado la locura á tal extremo, que hay quien derrame su sangre por parecer bien.


Miguel de Mañara. Discurso de la Verdad

jueves, 3 de junio de 2010

Corpus Christi 2010


Oda al santísimo Sacramento del Altar


Cantaban las mujeres por el muro clavado
cuando te vi, Dios fuerte, vivo en el Sacramento
palpitante y desnudo, como un niño que corre
perseguido por siete novillos capitales.

(...)

Cantaban las mujeres en la arena sin norte,
cuando te vi presente sobre tu Sacramento.
Quinientos serafines de resplandor y tinta
en la culpa neutra gustaban tu racimo.

¡Oh, forma sacratísima, vértice de las flores,
donde todos los ángulos toman sus luces fijas,
donde número y boca construyen un presente
cuerpo de luz humanacon músculos de harina!

¡Oh, forma limitada para expresar concreta
muchedumbre de luces y clamor escuchado!

¡Oh, nieve circundada por témpanos de música!
¡Oh, llama crepitante sobre todas las venas!


Federico García Lorca

martes, 1 de junio de 2010

Las huellas


Precisamente en el gran arte, el artista sigue siendo frente a la obra un algo indiferente, casi como un tránsito que en el crear se anula a sí mismo para que surja la obra.

Así están y cuelgan las obras mismas en las colecciones y exposiciones. Pero ¿están allí en sí como las obras que son, o no estarán más bien como objetos de la práctica del arte? Las obras se ponen al alcance del deleite público y de cada individuo. Hay organismos oficiales que se encargan de cuidar y conservar las obras. Conocedores de arte y jueces en materia de arte se dan qué hacer con ellas. El comercio de obras de arte atiende el mercado. La investigación de las obras de arte las convierte en objeto de una ciencia. Mas ¿acaso en ese múltiple ajetreo encontramos las obras de arte mismas?

En tiempos de penuria como el nuestro, los poetas no hablan de lo sagrado, ni de los dioses, sino de la huella que habrían dejado.


Martin Heidegger. Sendas perdidas