No pensemos, como los donatistas, que hay un grupo de «perfectos» o de santos predestinados. La Iglesia es, en este mundo, y continuará siendo hasta el fin, una comunidad compleja: trigo mezclado con paja, arca que contiene animales puros e impuros (...) barco repleto de malos pasajeros que siempre parece que lo van a arrastrar al naufragio.
Los pecadores que no han renegado de ella continúan realmente formando parte de la misma, y sabemos muy bien que ellos constituyen su inmensa mayoría. Aunque no viven según el Evangelio, todavía sin embargo creen por ella en el Evangelio, y este vínculo, que no sería suficiente para constituir la Iglesia, es suficiente, aún debilitado hasta el extremo, para que estos pecadores continúen siendo miembros suyos, aunque «enfermos», «secos», «podridos» o hasta «muertos».
Henri de Lubac. Meditación sobre la Iglesia
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