El arte no es grata ilustración de contenidos nobles o devotos, ni lúdica ocupación del tiempo para nervios cansados, ni medio conveniente de enseñanza y disciplina ética y religiosa, sino el producto más creativo de todas las producciones, el desarrollo de la idea originaria de mundo y vida, hasta su exposición esplendorosa, y por eso, un vivenciar en sí, agonizar y florecer en la hondura individual de todo lo viviente, en proximidad tremenda a Aquel Único que escruta el corazón y las entrañas, ante quien todo está desnudo y abierto-, esto tiene más validez que nunca, para el arte cristiano y católico.
Erich Prywara. Schriften, II.
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