Alégrate, Annette, ya que tu hijo por Cristo, sigue vivo. No
llores más, ya no llores de dolor sino de alegría aun cuando te parezca difícil,
ya que la muerte ha sido realmente vencida. Ha resucitado y por Él y en Él
tenemos esa vida que la muerte no nos puede arrebatar. Con la herida de tu
corazón, Annette, como María al pie de la cruz eres tú también llevada en la
gran aventura de la Resurrección, la más bella aventura de todos los tiempos,
la que dio a los hombres el amor que nunca muere. ¡Aleluya!
Louis-Marie Grignion de Monfort
No hay comentarios:
Publicar un comentario