La palabra de Jesús no es ni condescendiente
ni falsamente revolucionaria, ni demagógica
ni comercial. Su palabra es recta, luminosa,
cortante como una espada, y cada uno la entiende como
puede. Para el desgraciado, el enfermo, el desviado
y el excluido de la sociedad y la religión, es
una palabra liberadora que lo pone en pie y le devuelve
su dignidad y la alegría de vivir. Pero para los
guardianes de los ritos y el orden, la misma palabra
es tan dura y violenta que los condena y obliga a
reaccionar.
André Gromolard. La segunda conversión
No hay comentarios:
Publicar un comentario