La Pascua no solo
nos ayuda a renovar la esperanza cada año, sino que nos impone la obligación de esperar. Éste es no solo un consejo sino
una orden porque la esperanza es una virtud que deben practicar todos los cristianos. Sin duda alguna, el
fundamento de la esperanza es el propio Dios, pero el estímulo para tenerla se encontrará en el misterio
de la Resurrección, que muestra que no hay causa tan imposible, ni derrota tan aplastante, ni situación
tan desesperada en la cual no se logre el triunfo, si esa es la voluntad de Dios.
Bede Jarrett. Magnificat, Vol. 13, No. 2.
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