La idea de tener un Dios eleva al
hombre por encima de su lecho de tortura y lo hace en el momento de su mayor miseria , divino. Pero el “ni un dios te enferma
ni un dios te sana” hace que sobre un
pasillo de hospital no haya más que el
piso de arriba , y sobre ese , otro piso, y encima más pisos, blancos,
iluminados, y sobre mi nada más que una serie , de pisos blancos, iluminados
recorridos por camillas, donde se mueven agujas y tijeras, gasas y
termómetros… y abajo una fila de ataúdes, cámaras frigoríficas, un infierno
aséptico, infinito, sin esperanza.
Guiddo Ceronetti. El Silencio
del cuerpo
No hay comentarios:
Publicar un comentario