"El arte que trasciende, que ayuda a ver y encontrar al otro, que es expresión de la tradición y de la renovación de la fe y de belleza". Benedicto XVI

lunes, 29 de noviembre de 2010

El mundanal ruido


Sufrimos hoy los efectos de una verdadera conspiración contra la posibilidad misma de recogerse y de escuchar: ruido, competencia y vida trepidante, música disgregadora de la racionalidad y canciones que sólo llevan a un soñar sin consistencia, verdadero diluvio de imágenes en que una echa a la otra sin que la atención pueda fijarse verdaderamente en alguna, publicidad obsesiva, búsqueda periodística de la sensacionalidad y de lo inédito, cuando no de lo escandaloso, ejemplos amplificados sin cesar del no conformismo por el no conformismo, adornado con todo el prestigio que se le da.

Yves Congar. Llamados a la vida

sábado, 27 de noviembre de 2010

Los demonios de la propaganda


Haced caso a este viejo incrédulo que sabe lo que dice: la obra maestra de la propaganda anticristiana es haber logrado crear en los cristianos, sobre todo en los católicos, una mala conciencia, infundiéndoles la inquietud, cuando no la vergüenza, por su propia historia. A fuerza de insistir, desde la Reforma hasta nuestros días, han conseguido convenceros de que sois los responsables de todos o casi todos los males del mundo. Os han paralizado en la autocrítica masoquista para neutralizar la crítica de lo que ha ocupado vuestro lugar. . Feministas, homosexuales, tercermundialistas y tercermundistas, pacifistas, representantes de todas las minorías, contestatarios y descontentos de cualquier ralea, científicos, humanistas, filósofos, ecologistas, defensores de los animales, moralistas laicos: habéis permitido que todos os pasaran cuentas, a menudo falseadas, sin discutir. No ha habido problema, error o sufrimiento histórico que no se os haya imputado. Y vosotros, casi siempre ignorantes de vuestro pasado, habéis acabado por creerlo, hasta el punto de respaldarlos. En cambio, yo (agnóstico, pero también un historiador que trata de ser objetivo) os digo que debéis reaccionar en nombre de la verdad. De hecho, a menudo es cierto. Pero si en algún caso lo es, también es cierto que, tras un balance de veinte siglos de cristianismo, las luces prevalecen ampliamente sobre las tinieblas. Luego ¿por qué no pedís cuentas a quienes os las piden a vosotros? ¿Acaso han sido mejores los resultados de los que han venido después? ¿Desde qué púlpitos escucháis contritos ciertos sermones.

Leo Moulin


lunes, 22 de noviembre de 2010

La suma de voces


Un error enorme de estos últimos siglos, tan poco poéticos, consiste en reclamar de los autores originalidad hasta el punto de prohibirles que utilicen las ideas de otros. En nuestra época, en la que el arte se halla separado de su contexto orgánico, en la que los autores se encuentran aislados y carecen de vivas interrelaciones, se considera un plagio aquello que se puede demostrar que es una costumbre general en todos los periodos verdaderamente grandes de la literatura. El aislamiento respecto ­de las fuentes que fluyen en las obras de los otros le quita al escritor la conexión con las raíces de las que puede tomar para su obra un nutriente rico y sano; ello lo conduce a una peculiaridad afectada, a la búsqueda ­de lo original y nuevo, y ésta es sin duda una de las causas de ese triste fenómeno de que la actual literatura carece por completo de unidad ­interior y aún, junto con ello, de desarrollo orgánico.


Adolph Friedrich von Schack. Historia del arte dramático en España


viernes, 19 de noviembre de 2010

Transfigurar el terror en belleza


«O Mamo nie płacz nie—Niebios Przeczysta Królowo Ty zawsze wspieraj mnie»
(«Oh mamá, no llores - La Inmaculada Reina del Cielo, me socorre siempre»

Inscripción garabateada en la pared de la prisión de la Gestapo en Zakopane (Polonia) por Helena Wanda Błażusiakówna, que contaba con 18 años y que sirvió a Henryk Górecki de inspiración para su celebre tercera sinfonía, Op. 36, o sinfonía de las lamentaciones.


Admito que siempre me han irritado las grandes palabras, los gritos de venganza. Quizás si me viera frente a frente con la muerte yo también gritase ; pero esta frase que encontré era diferente, casi una disculpa o una explicación por haberse metido en un problema; busca consuelo con palabras sencillas, pero ¡tan llenas de significado! Casi una niña. Ella es diferente. No desespera, no llora, no exige venganza. No piensa en sí misma, en si merece o no este destino. En cambio, piensa en su madre, que es quien experimenta la verdadera desesperación. Esta inscripción es algo extraordinario. Y realmente me fascinó».


Henryk Górecki

jueves, 18 de noviembre de 2010

Si Dios quiere


Una vez [Wittgenstein] recibió una carta de un viejo amigo de Austria, un sacerdote, quien le expresaba su deseo de que su trabajo marchara bien, 'si Dios quiere'. Wittgenstein dijo: "Eso es todo lo que deseo: si Dios quiere. Bach escribió en la primera página de su Orgelbuchlein, 'para la mayor gloria del Señor, y que mi prójimo pueda beneficiarse de esta obra''. Eso es lo que me hubiera gustado decir acerca de mi trabajo".

Rush Rhees. Recuerdos de Wittgenstein.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Los mensajeros del absoluto


El individuo reconoce que no puede ser para si mismo un fin, que solo es el mensajero, el instrumento de una obra de la que es parte y en la que el destino del universo entero se halla interesado.

Louis Lavelle. L' Erreur de Narcisse.

sábado, 13 de noviembre de 2010

El aliento del Padre


Sé que el corazón del poderoso no es como el del hombre sin mujer y sin pan; y que está cerrado al lenguaje de las co­sas que no se pueden poseer.
He crecido entre los más humildes, compartiendo la preo­cupación del gorrioncillo, bebiendo la tormenta en mis ma­nos; y no lo lamento, porque en el espacio entero no hay sole­dad. El mismo aire que se respira es el aliento de un padre.

Oscar V. Milosz. Mefibóset

jueves, 11 de noviembre de 2010

La abolición de los designios


En cada uno de nosotros hay una voz que pregunta insistentemente. Se nos ha arrancado de nuestra fe en otra vida, de la inmortalidad de un yo al que amamos y detestamos más que a cualquier otra cosa, y esta amputación no ha cicatrizado nunca. Morir en una trinchera, o mártir de la ciencia, procura alguna compensación, ¿pero el hombre que es atropellado por un tranvía o el niño que se ahoga? El hombre de los tiempos góticos tenía una respuesta para esta pregunta. Lo que en apariencia era un accidente se integraba en un designio superior. la suerte no era ciega: las tempestades, los volcanes, los diluvios, la peste, todo obedecía, a un misterioso designio.


Arthur Koestler. El yogui y el comisario

martes, 9 de noviembre de 2010

Las noches en vela



Mientras tristes y amargados rezaban los hipócritas en las esquinas de las plazas para ser vistos por los hom­bres, Él, apacible y amable, almorzaba con pecadores para ayudarles a cambiar sus vidas. Y, además, solía pa­sar la noche rezando al descubierto, bajo el cielo, mien­tras el fariseo hipócrita roncaba a pierna suelta en la blandura de su lecho. ¡Ojalá aquellos de nosotros que, esclavizados en tal forma por la pereza no podemos imitar este ejemplo de nuestro Salvador, tuviéramos, por lo menos, el deseo de traer a la memoria -precisa­mente mientras nos damos la vuelta en la cama medio dormidos- estas sus noches enteras en oración!

Tomás Moro. La Agonía de Cristo

domingo, 7 de noviembre de 2010

Ser templo de Dios


Un templo es la única cosa digna de representar el sentir de un pueblo, ya que la religión es la cosa más elevada en el hombre.


Antoni Gaudí

jueves, 4 de noviembre de 2010

Los nuevos ricos


Aquellos que habían soportado fácilmente penalidades y peligros, inquietudes y adversidades, hallaron en el ocio y el bienestar - deseables en otras circunstancias - una carga y una maldición.

Entonces nació entre ellos , primero el afán de poder , y luego, el del dinero.


Salustio. Catilinae Coniuratione, X

lunes, 1 de noviembre de 2010

Predicar con el silencio


¡Ay de los que, como doctrina, enseñáis vuestro vano corazón!
Un sacerdote ante el altar no tiene rostro,
y los brazos que alzan al Señor están sin adorno y sin polvo,
Pues, a quien Dios manda hablar, ordénale callar,
y se apaga aquel a quien su espíritu enciende.


Gertrud von Le Fort. Himnos a la Iglesia. VII