Sé que el corazón del poderoso no es como el del hombre sin mujer y sin pan; y que está cerrado al lenguaje de las cosas que no se pueden poseer.
He crecido entre los más humildes, compartiendo la preocupación del gorrioncillo, bebiendo la tormenta en mis manos; y no lo lamento, porque en el espacio entero no hay soledad. El mismo aire que se respira es el aliento de un padre.
He crecido entre los más humildes, compartiendo la preocupación del gorrioncillo, bebiendo la tormenta en mis manos; y no lo lamento, porque en el espacio entero no hay soledad. El mismo aire que se respira es el aliento de un padre.
Oscar V. Milosz. Mefibóset
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