Y es, a veces, como si le abriese una clarísima puerta, y por ella (una luz) a manera de un relámpago, cuando, en una noche oscura, súbitamente esclarece las cosas y las hace ver clara y distintamente, y luego las deja a oscuras, aunque las formas y figuras de ellas se quedan en la fantasía; lo cual en el alma acaece muy más perfectamente, porque de tal manera se quedan en ella impresas aquellas cosas que con el espíritu vio aquella luz, que cada vez que advierte, las ve en sí como las vio antes; bien así como en el espejo se ven las formas que están en él cada vez que en el se miren ; y es de manera que ya aquellas formas de las cosas que vio, nunca jamás se le quitan del todo del alma, aunque por tiempo se van haciendo algo remotas.
San Juan de la Cruz. Subida del Monte Carmelo
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