Quéjense otros de que los tiempos son malos; yo me quejo de que son mezquinos, por faltarles pasión. Los pensamientos de su corazón son demasiado miserables para ser pecaminosos. Un gusano podría tal vez tener por pecados semejantes pensamientos, pero no un hombre creado a imagen de Dios. Sus placeres son discretos y pesados, sus pasiones soñolientas. ¡Fuera con ellos! Y he aquí por qué se vuelve siempre mi alma al antiguo testamento y a Shakespeare. Allí se siente que son hombres los que hablan.
Soren Kierkegaard
Soren Kierkegaard
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