La calidad de cualquier escritura depende de la medida en que trasmite el misterio, ese silencio que no es ella.
La obra es producto de un diálogo de Dios con Dios a través del hombre.
La crítica se extravía porque sus mismos planteos - atender sólo a los estilos, a la obra, al resto material - la inducen de entrada al error: desechar lo otro, la imago ignota, el arte. La crítica se torna mero análisis de restos, auptosia que puede explicar la muerte no la vida.
El artista (el hombre) , anclado en su nutricia comunión con lo eterno, no puede ser arrastrado por las destructoras veleidades de la historia. Y a esa luz habría que considerar el sentido de las vanguardias artística de nuestro tiempo.
Héctor A. Murena. La Metáfora y lo Sagrado.
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