El vendedor de helados
canta,
los chicos corren,
en la calle.
En esta pieza
yo siento
que si me mantengo vivo
a pesar
de toda mi iniquidad
es porque Dios está
de mi mismo más cerca
que yo mismo.
El vendedor de helados
blasfema
y lo chicos huyen:
es evidente que,
de algún modo.
lo han ofendido.
H.A. Murena. El escándalo y el fuego
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