Contra el aire revuelto iban
bramando los milagros de Dios.
Y primero hice que el mar soportara
el peso muerto de la tierra;
y las olas brotaron con mi plegaria,
desovaron los ríos sus arenas.
Y allí en las corrientes altas y saladas
el duro y terco salmón se afanaba,
embistiendo el flujo, el golpe de la marea,
para alcanzar arriba las firmes colinas.
Geoffrey Hill. Genesis (Fragmento)
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