Contigo vengo, Dios, porque estás solo
en soledad de soledades prieta.
Conmigo vengo a Ti, porque estoy solo,
sintiendo por el pecho un mar de pena.
Que tristeza me das, Dios, sin nadie,
que te descanse, Dios, de tu grandeza;
que te descanse de ser Dios, sin nada
que te pueda inquietar o te comprensa.
Que tristeza me doy, perdido en todo,
y todo mudo, tan lejano y cerca,
cada vez más presente ante mis ojos
en un mutismo que no se revela,
con el corazón loco por saberte,
preguntando en la noche que se adensa.
Ramón de Garciasol. Hombre en Soledad (frag.)
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