Aquel viejo rostro curtido por el viento, la lluvia, la nieve, el sol y todas las inclemencias;ese bronce pensativo de la ceguera y la miseria que murmuraba noche y día sin cesar, Memnón de la pobreza que, más sonoro y conmovedor que el otro, tenía siempre en los labios el cruel rayo de la adversidad que le hacía gemir, ¿dónde está ahora?... ¿En algún rincón perdido del cementerio de Vaucelles?... Y en el lugar que ocupaba hay ahora dos limpiabotas. Es probable que aquí, en esta ciudad bien administrada, la mendicidad este prohibida. Se echa de las calles a los que la religión llamó de forma divina "los miembros de jesucristo", y en su lugar padecen limpiabotas. ¡Viva el trabajo!
Toda la diferencia entre la Edad Media y el mundo moderno reside en esto.
Jules Barbey D'Aurevilly. Memoranda
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