La fe cristiana brota
de la escucha de la «palabra» de Dios. Pero esta escucha presupone un trasfondo
de silencio en el que la palabra siempre ha estado envuelta. La escucha de la
palabra de Dios no puede acontecer al margen de nuestra tácita percepción de un
ámbito oculto de misterio desde el que es pronunciada la palabra. Ni tampoco
podría suscitar la palabra de Dios veneración y sobrecogimiento en nosotros de no
mediar, al menos, una vaga percepción de la inagotable profundidad que
permanece sin ser dicha. Sin una cierta conciencia de misterio, la fe se queda
insulsa.
John F. Haught. Cristianismo y ciencia
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