Cuando mi madre agonizaba en el hospital, cuando supo que su final se aproximaba, no era a mi a quien miraba, sino a alguien detrás de mí: a su madre o al espíritu de su madre. Yo la consideraba una mujer, pero ella aún se consideraba una niña pidiendo a su madre que la cogiera de la mano y la ayudara. Y, en la vida oculta que no vemos, su propia madre también era una niña. Procedo de una familia de niños que se perpetúa.
J.M. Coetzee. Vida y época de Michael K.
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