Refúgium Peccatórum: ora por aquellos que, perdidos en la noche, vislumbran de pronto vuestra lámpara. Ábreles. Que sus pies, fatigados por la caminata estéril, se purifiquen en la caldera llena de agua de manantial; que su cabeza sea lavada también y que sus manos, heridas por tantas zarzas, sean suavizadas por el jugo de los olivos de Getsemaní; que su cuerpo extenuado se extienda entre las sábanas del descanso, y que después de cerrada la puerta a la tempestad de las tentaciones no vean ya, ¡Oh, Reina!, alzarse ellos más que tu sombra coronada de luz.
Francis Jammes. Rosario al Sol
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