A LA VIRGEN MARI A
Como hoy estaba abandonado de todos,
como la vida
(ese amarillo pus que fluye del hastío,
de la ilusión que lentamente se pudre,
de la horrible sombra cárdena donde nuestra húmeda
orfandad se condensa)
goteaba en mi sueño, medidora del sueño, segundo tras
segundo,
mi corazón rompió en un grito, y era tu nombre,
Virgen María, madre.
(Treinta años hace que no te invocaba.)
No, yo no sé quién eres:
pero eres una gran ternura.
(...)
¡Qué dulce sueño, en tu regazo, madre,
soto seguro y verde entre corrientes rugidoras,
alto nido colgante sobre el pinar cimero,
nieve en quien Dios se posa como el aire del estío, en
un enorme beso azul,
oh tú primera y extrañísima creación de su amor!
... Déjame ahora que te sienta humana,
madre de carne sólo,
igual que te pintaron tus más tiernos amantes;
déjame que contemple, tras tus ojos bellísimos,
los ojos apenados de mi madre terrena;
permíteme que piense
que posas un instante esa divina carga
y me tiendes los brazos,
me acunas en tus brazos,
acunas mi dolor,
nombre que lloro.
Virgen María, madre,
dormir quiero en tus brazos hasta que en Dios despierte.
Como hoy estaba abandonado de todos,
como la vida
(ese amarillo pus que fluye del hastío,
de la ilusión que lentamente se pudre,
de la horrible sombra cárdena donde nuestra húmeda
orfandad se condensa)
goteaba en mi sueño, medidora del sueño, segundo tras
segundo,
mi corazón rompió en un grito, y era tu nombre,
Virgen María, madre.
(Treinta años hace que no te invocaba.)
No, yo no sé quién eres:
pero eres una gran ternura.
(...)
¡Qué dulce sueño, en tu regazo, madre,
soto seguro y verde entre corrientes rugidoras,
alto nido colgante sobre el pinar cimero,
nieve en quien Dios se posa como el aire del estío, en
un enorme beso azul,
oh tú primera y extrañísima creación de su amor!
... Déjame ahora que te sienta humana,
madre de carne sólo,
igual que te pintaron tus más tiernos amantes;
déjame que contemple, tras tus ojos bellísimos,
los ojos apenados de mi madre terrena;
permíteme que piense
que posas un instante esa divina carga
y me tiendes los brazos,
me acunas en tus brazos,
acunas mi dolor,
nombre que lloro.
Virgen María, madre,
dormir quiero en tus brazos hasta que en Dios despierte.
Dámaso Alonso
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