Aprendí que muchas veces acierta el acaso lo que erraría el cuidado y atención, y que tal vez conviene obrar con los primeros ímpetus de la naturaleza, a los cuales suele gobernar un movimiento divino, para que se conozca que no la prudencia de los hombres, sino la providencia de Dios asiste las cosas.
Diego de Saavedra y Fajardo. República Literaria
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