El artista ni puede, ni sabe, ni quiere vivir solo. Todo artista llevará dentro sí –siempre- al cofrade. En el doble sentido monacal y gremial.
El ansia de una vuelta a cierta disciplina espiritual, el retorno a elegir en el mundo los paisajes más bellos, donde luzca la Gloria de Dios.
Ernesto Jiménez Caballero. El Artista como Cofrade
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