Jesús,ayer por la tarde, fiesta de la Asunción de María, fui arrestado. Transportado durante toda la noche de Saigón hasta Nhatrang, a cuatrocientos cincuenta kilómetros de distancia, en medio de dos policías, he comenzado la experiencia de una vida de prisionero. Hay tantos sentimientos confusos en mi cabeza: tristeza, miedo, tensión; Con el corazón desgarrado por haber sido alejado de mi pueblo. Humillado, recuerdo las palabras de la Sagrada Escritura: “Ha sido contado entre los malhechores” (Lc 22, 37). He atravesado en coche mis tres diócesis: Saigón, Phanthiet, Nhatrang, con profundo amor a mis fieles, Pero ninguno de ellos sabe que su pastor está pasando la primera etapa de su via crucis. Pero en este mar de extrema amargura, me siento más libre que nunca. No tengo nada, ni un céntimo, excepto mi rosario y la compañía de Jesús y María. De camino a la cautividad he orado: “Tú eres mi Dios y mi todo”.
Francisco Nguyen van Thuan.Cinco panes y dos peces. Testimonio de fe de un obispo vietnamita en la cárcel
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