¡Con Dios y sus palomas venid en santos vuelos!
¡Dejad vuestros sudarios; no hay tumbas en los cielos!
¡El sepulcro está roto por la eterna pasión!
¡Mi madre nos concibe en la eterna mansión!”
Marceline Desbordes-Valmore.
Creación Contracorriente
Verdaderamente era aquel el rostro de un hombre recién
descendido de la Cruz, es decir conservando todavía un algo de calor y de vida,
cuando el rigor de la muerte aún no había conseguido darle su terrible rigidez,
y con una expresión de sufrimiento tal, que parecía sentir el dolor en su carne.
La cara estaba pintada con mucho realismo. Así debe ser la de cualquier cadáver
de un hombre que haya sufrido tanto. Yo sé que la iglesia estableció ya desde
los primeros siglos de su existencia, que Cristo sufrió realmente una terrible
agonía, y que la Pasión no es símbolo
sino verdad.
Fedor Dostoiewski. El Idiota
XII ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
¿Y si hoy no crucificaran a Jesús? Y si los poderosos de mundo hoy lo perdonaran. Y si todo lo que estaba escrito pudiera rescribirse. Si a partir de hoy dejaran de rescatarse cadáveres de niños palestinos entre los escombros, si los ancianos de ucrania dejaran de mirar con pánico al cielo. Si nadie muriera de hambre en África, de frío, en las intemperies de nuestra indiferencia. Son ellos los que están clavados al madero, los que claman por el pan nuestro de cada día.
El cristo que procesiona, tan prodigiosas imaginerías,
ese cúmulo de tradiciones deslumbrantes, está para hacernos recordar, no para
enmascarar, la tragedia remota de la violencia contra los inocentes, de las masacres que siguen
dándose, todos con nuestro odio tan dispuesto a tirar la primera piedra.
Pero pese a todo, con esa infinita tristeza crece la irrenunciable esperanza humana, en las largas noches de hospitales, en las cárceles, en quienes cruzan las oscuras fronteras de la miseria, en el desconsuelo de los tanatorios. En todo el que le implora, en todo el que sufre. Recuerdo siempre aquellos versos de Cernuda “Así pedí en silencio, como se pide a Dios, porque su nombre,/ Más vasto que los templos, los mares, las estrellas,/ Cabe en el desconsuelo del hombre que está solo,/ Fuerza para llevar la vida nuevamente”.
E.C.
Uclés. Viernes Santo 2025
¡Dios mío! ¿Podrán cerrar verdaderamente todas esas puertas?
Sí, las cerraran. Las puertas se cierran sobre masas humanas comprimidas,
amontonadas en los vagones de mercancías. Por las rendijas de la parte superior
asoman cabezas y manos, que más tarde se agitaran al unísono en cuanto el tren
parta. El silbato lanza un silbido estridente: un tren con 1.020 personas
abandona Holanda. El cupo no es elevado esta vez: mil judíos. Los otros veinte
constituyen la reserva, para ir reemplazando a los que se mueran por el camino,
de debilidad o como consecuencia del hacinamiento- sobre todo en un tren que
transporta a tantos enfermos.
Etty Hillesum
Que en ese tren terrible que conduce a la muerte no nos abandone la fe
¡Te rogamos óyenos!