XII ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
¿Y si hoy no crucificaran a Jesús? Y si los poderosos de
mundo hoy lo perdonaran. Y si todo lo que estaba escrito pudiera rescribirse.
Si a partir de hoy dejaran de rescatarse cadáveres de niños palestinos entre
los escombros, si los ancianos de ucrania dejaran de mirar con pánico al
cielo. Si nadie muriera de hambre en África, de
frío, en las intemperies de nuestra indiferencia. Son ellos los que están clavados
al madero, los que claman por el pan nuestro de cada día.
El cristo que procesiona, tan prodigiosas imaginerías,
ese cúmulo de tradiciones deslumbrantes, está para hacernos recordar, no para
enmascarar, la tragedia remota de la violencia contra los inocentes, de las masacres que siguen
dándose, todos con nuestro odio tan dispuesto a tirar la primera piedra.
Pero pese a todo, con esa infinita tristeza crece la irrenunciable
esperanza humana, en las largas noches de hospitales, en las cárceles, en
quienes cruzan las oscuras fronteras de la miseria, en el desconsuelo de los
tanatorios. En todo el que le implora,
en todo el que sufre. Recuerdo siempre aquellos versos de Cernuda “Así pedí en
silencio, como se pide a Dios, porque su nombre,/ Más vasto que los templos, los
mares, las estrellas,/ Cabe en el desconsuelo del hombre que está solo,/ Fuerza
para llevar la vida nuevamente”.
E.C.
Uclés. Viernes Santo 2025