Por favor no me robes
mi serenidad
Y la alegría de que ningún templo
te contenga,
ni ninguna iglesia
te encadene:
Cristo esparcido
por toda la tierra,
Dios se vistió de humanidad
Cristo, estás el último de todos
como en el tabernáculo más verdadero:
Cristo de los publicanos,
de las tabernas, de los protíbulos,
tu nombre está en todo
lo que florece bajo el sol.
David María Turoldo. Il grande male
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