Si la fe en la divinidad fuese el efecto de un temor irracional, o si les hubiese sido impuesta a los pueblos por los legisladores deseosos de revestir sus leyes con una autoridad sagrada, tal creencia habría desaparecido de entré los hombres al desaparecer las causas que le habían dado el ser. Por el contrario, ha subsistido en todas partes, con tal tenacidad que nada la ha podido vencer.
Réginald Garrigou-Lagrange. Dios. I. Su existencia
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