El tiempo me ha convencido de que son más peligrosas las adulaciones que las críticas; porque estas últimas pueden ser el fuego que queme las impurezas de nuestro corazón; mientras que sobre las adulaciones pende una de las palabras más duras de Jesús: Ay de ustedes cuando todos hablen bien de sus personas, porque de ese modo trataron a los falsos profetas.
La cruz es el desierto donde se manifiesta el Dios vivo. Pero hay que quitarse las sandalias para acercarse a la zarza ardiente. La crítica es como el atrio del Templo que nos prepara para entrar limpios al santuario del Dios vivo; libres de todo apego y los apegos más peligrosos son lo que llamamos nuestros méritos o nuestra actividad apostólica.
Emiliano Tardif. Jesús está vivo
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