Vivir la religión saca al hombre del anonimato de la vida
corriente. Le da una personalidad que le destaca de la masa. Sin embargo, esto
no le es causa de aislamiento, antes al contrario, es fuente de diálogo vital,
en cuanto se le dona la feliz y conmovedora conciencia de sentirse interpelado
y regalado por Dios e impelido a uan respuesta y entrega personales. La vivencia
religiosa central , el encuentro con el Dios que regala y exige comunidad, ante
todo lleva al hombre plenamente hacia sí mismo.
Bernhard Häring. Fuerza y flaqueza de la religión.
Estimado heredero, notable tu blog, no dejes de alimentarlo por favor.
ResponderEliminarMuchas gracias Jose por tu amable comentario. Lo vamos haciendo con ayuda de Dios. Abrazo fraterno
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