El amor a la Virgen María ha crecido en mi. Yo creía que era cosa de campesinos iletrados como mi abuela Georgiana. Me desengañé, cuando me encontré sola y sin sustento. ¿Quién otro podía ser mi abogado, sino la Madre de Jesús? Ella se me hizo cercana. Ella, a quien todas las generaciones llaman Bienaventurada entre todas las mujeres.
Svetlana Stalin. Veinte cartas a un amigo
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