El nombre de Dios verdaderamente va unido con una utopía basada en la proclamación por Jesús del Reino de Dios como reino de justicia y amor entre los hombres, y no puede, pues, usarse este nombre para justificar nuestro sistema económico existente, que por su estructura explota a los hombres. Los cristianos únicamente pueden usar el nombre de Dios donde corresponde: en la solidaridad con las víctimas de nuestro sistema económico, en la lucha por la promoción y la redistribución del trabajo, de la renta y lo bienes espirituales, etc
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