Los tres reyes han cumplido su misión en Belén; han emprendido el regreso; al llegar a un trivio han de separarse y echar cada cual por un camino. En el trivio ven, sentado en una piedra, un pobre muy pobre; este pobre es acaso el pobre más pobre del planeta; en su persona se concentran todas las miserias; andrajoso, lacerado, maltrecho, acribillado por el dolor, este hombre sentado en la piedra del trivio famoso, representa la famosa desnudez humana. Al verlo Melchor, de un brinco descabalga y corre a abrazarlo; Gaspar echa también pie a tierra y estrecha en sus brazos al lacerado; Baltasar, con no menor presteza, tiende sus brazos hacia el pobre, le atrae hacia sì y le aprieta contra su pecho. Y el cuentista dice que estos tres abrazos de grandes Monarcas a un indigente son la primera manifestación de la maravillosa confraternidad cristiana que con el nacimiento del Niño se inicia en el mundo. No importarán ni las turbulencias, ni las guerras; siempre habrá en el fondo del corazón humano ese sentimiento de amor, amortiguado a veces, pero que no se puede morir. Y esos abrazos representan también – hecho de una enorme trascendencia- el ennoblecimiento de la santa pobreza.
Azorín.
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