Viaje del Adviento es correr y, en la carrera, consentir que nos salga al encuentro lo que nosotros, por nuestra propia cuenta, no acogeríamos: a Dios, quien secretamente nos impulsó a correr cuando creíamos que corríamos tras nuestras propias metas y se nos da a sí mismo;
El que ingenuamente toma, e ingenuamente deja lo que cada hora que pasa le impone, ése está en el Adviento, a ése en verdad no le es arrebatado nada, porque todo lo que tiene que dejar tras sí no es más que la señal de que sigue adelante, hasta que realmente llega: a la luz eterna y a la vida eterna.
Karl Rahner. Dios con Nosotros
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