Dios está vivo y mucho más presente de lo que piensan
algunos. El abandono, la soledad radical de Cristo en la cruz ha dado su fruto.
Parece como si tuviéramos ojos solo para lo negativo. Pero la fuerza del
crucificado ha incendiado la tierra y su Espíritu realiza en lo oculto de cada
uno su labor. Tenemos que limpiar nuestra mirada y aprender a ver. Nos
sorprenderemos y no podremos acallar un grito incontenible de alabanza.
Pedro Arrupe. La Iglesia de hoy y del futuro
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