"El arte que trasciende, que ayuda a ver y encontrar al otro, que es expresión de la tradición y de la renovación de la fe y de belleza". Benedicto XVI

viernes, 23 de septiembre de 2016

Hablar de Dios



¿Quién o qué es eso —Dios? Semejante pregunta puede causar extrañeza dentro del marco de lo que se da por supuesto en la teología. Esa pregunta viene a interrumpir el modo de hablar habitual acerca de Dios. Normalmente se supone que se sabe dar razón de aquello de lo que se está hablando, de tal manera que una interrupción de ese tipo parece por lo menos superflua. ¿Para qué hay que decir de qué está uno hablando? Pero debemos y tenemos que hacerlo, para que nuestro discurso sobre Dios no silencie a Dios. Pues tal es el peligro (incomparablemente mayor que la falta de reflexión de los ateos) de la teología y de la fe cristiana; a saber: que se hable de Dios por así decir con lenguaje muerto; que Dios sea silenciado, encubierto, por las palabras que precisamente querían hablar de él. Pero el ocultamiento ( = silenciamiento) de Dios, tanto el consciente, como el inconsciente; tanto el callado, como el locuaz, es una consecuencia de que ya no osamos pensar a Dios. Sobre el ateísmo y sobre la teología de los tiempos modernos se cierne por igual la sombra oscura de la incogitabilidad de Dios ( = que no se puede pensar a Dios). Al final de la historia de la metafísica parece que Dios ha llegado a ser impensable.

Eberhard Jüngel. Dios como misterio del mundo

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