"El arte que trasciende, que ayuda a ver y encontrar al otro, que es expresión de la tradición y de la renovación de la fe y de belleza". Benedicto XVI

domingo, 26 de junio de 2016

El camino que arde


Claro que una sociedad no dura sino a condición de estar organizada: y por eso la Iglesia se nos presenta como una institución. Pero el Espíritu Santo que la guía le impide anquilosarse en las facilidades del descanso. Cada vez que en el transcurso de su historia estuvo a punto de afincarse en los cuadros sociales o políticos de una época, aquellos soportes se desplomaron repentinamente, o bien la Iglesia fue perseguida, y se vio obligada en ambos casos a recuperar, con la inseguridad, su ardor misionero. La Iglesia no es un establecimiento, es un movimiento: su función es la de “renovar la faz de la tierra”. Nosotros, los cristianos de este tiempo, no tenemos derecho a detenernos en una tranquilidad engañosa. No existe un cristianismo confortable. Tenemos que volver a partir siempre y que avanzar en pos de Jesús. Nuestro Evangelio es un fuego, el fuego encendido por Jesucristo (Lc., XII, 49), y progresivamente tiene que abrasar al mundo. “No apaguéis al Espíritu” (I Thes., V, 19).

George Chevrot. Las Bienaventuranzas

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