Si haces el bien, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha. No debes conocer tu propio bien. De lo contrario, es ciertamente tu bien, pero no el de Cristo. El bien de Cristo, el bien del seguimiento, es hecho sin que se sepa. La verdadera obra del amor es siempre la obra que me es oculta. Cuidad de no conocerla. Sólo así será el bien de Dios. Si quiero conocer mi bien, mi amor, ya no es amor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario