Ese afán insaciable de lucro que a todos nos infecta […] es lo que nos esclaviza […]La avaricia es, ciertamente, un mal que envilece. Siguiendo los falsos ídolos, el hombre egoísta no dirige ya su mirada hacia lo alto y la grandeza espiritual acaba marchitándose.
Dionisio Longino. Sobre lo sublime. (XLIV 6-8)
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