El Renacimiento carolingio, el renacimiento del siglo XII y hasta el Renacimiento por antonomasia, el del siglo XVI, solo adquieren su pleno significado a la luz de la actividad de los monjes, lanzados en cuerpo y alma no a la búsqueda y la disputa de verdades, como los escolásticos, ni tampoco al goce de sus bellezas, sino a la contemplación de Dios que traspasa, y sobrepasa, las unas y las otras.
Armando Pego Puigbó. XXI Güelfos
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