El
hombre espiritual es aquél que, de la manera descrita, está en camino. Sabe
de las experiencias negativas, nunca las pierde de vista, a
diferencia del hombre corriente, que busca olvidar, que busca instintivamente
pasar a otra cuestión, diciéndose que esto, de algún modo, ya ha ocurrido en la
vida, es algo que ya la vida ha traído consigo y que ya tiene
ella remedio para estos problemas. El hombre espiritual, por el contrario, no
actúa así, sino que se expone de verdad a lo negativo y su vida
consiste en estar al descubierto (...) Se trata de vivir no sobre un terreno
firme, sino en lo que se mueve, en el desarraigo.
Jan Patocka. El hombre espiritual y el intelectual
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