¿Qué nos darás, Señor, a los que no tenemos
de recompensa el fruto? Tú sembraste con mimo
en nuestras almas secas esta semilla amarga
que florece en palabras. Nos creaste poetas
sabiendo que era escaso nuestro escaso talento.
Nosotros no enterramos nuestro único talento
nosotros trabajamos dejándonos la piel
del orgullo en las cercas de espino que protegen
las lindes del talento. Oh Dios, que no quisiste
que todos fueran águilas ni que todos alondras
e hiciste gorriones, sonríes con los versos
pequeñitos y grises con que te piamos.
Recuérdanos, a veces, que nos quieres así,
cantando y encantados. Líbranos de la envidia
Y enséñanos a verte en las obras de los otros.
Y, Padre Nuestro, danos, sin que nos demos cuenta,
La luz de esas verdades que niegas a los sabios.
Enrique García-Máiquez. Oración por nosotros los poetas menores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario