Yo, Señor Jesucristo,
entiendo pocas cosas.
Estoy a mi trajín
del verso y de la casa.
Al fin una es mujer
y no está bien mirado
ahondar en las costumbres,
ni enmendarles la plana
a los que tanto saben.
Yo. Señor Jesucristo,
no puedo estar conforme
ni andar como si nada
con los ojos cerrados.
Pero ¿dónde decirlo?
pero ¿cómo gritarles
que no y que no mil veces?
¡Es un vivir en ascuas!
Que baje Dios y vea
lo que en la tierra ocurre.
Yo, Señor Jesucristo,
estoy a mi trajín
del verso y de la pena
en un rincón de España.
Concha Lagos. Oración
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