Desde la imagen tensa vigilo el instante
en espera inminente y no espero a nadie;
en la sombra encendida espío ese timbre
que imperceptible extiende un poder sonoro
y no espero a nadie;
entre cuatro paredes asombradas
de espacio mayor que un desierto
no espero a nadie, pero debe venir,
vendrá, si resisto en surgir nunca visto,
vendrá de improvisto,
cuando menos lo espere,
y vendrá a perdonar cuanto hace morir,
vendrá a hacerme cierto su tesoro y el mío,
vendrá a consolar mis penas y las suyas,
vendrá, ya se siente quizás su murmullo.
Clemente Rebora. Desde la imagen tensa
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