Porque aunque empantanados en el error y trastornados por el horror, los hombres siguen. La fe cree, la razón sabe. La fe cree en el Bien. La razón apofántica conoce el Mal. Ambas son aquí complementarias, quizás también - como diría el escéptico - en las bodas del ciego con el lisiado. En esta misma precariedad, nuestros dos remedios son capaces de reunirnos contra lo peor, si no por lo mejor. Una escala graduada de flagelos no está fuera de nuestro alcance dado que "conocemos bien el mal y la falsedad" La lechuza de Minerva, que ve en la oscuridad y vuela de noche, debe velar sobre el hombre de fe.
André Glucksmann. El espectro de Tifón
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