¿Son bajos mis deseos? Ay de mí, que tengo un feliz cuerpo insatisfecho. Oh, Dios de los desesperados, encuéntrame, Tú tienes poder para distinguir mi pequeña parte noble que apenas destella entre la escoria común, ¡encuéntrame! ¡Ahora! ¡Ya! Ah…Ah…me ha encontrado… ¡Cómo vuela el alma que acaba de liberarse hace unos instantes al encontrarme! Dios me HA ENCONTRADO. ¡ALELUYA! ¡Aleluya! Y he encontrado a Dios en mi inconsciencia más profunda, en la especie de estado de coma en el que vivo he conseguido balbucir la visión de Dios ¡En mi misma! Yo, también elegida por la piedad divina. Qué gloria.
Clarice Lispector. Un soplo de vida


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