"El arte que trasciende, que ayuda a ver y encontrar al otro, que es expresión de la tradición y de la renovación de la fe y de belleza". Benedicto XVI

viernes, 10 de julio de 2020

El enemigo de lo más íntimo


E
n la actual revolución cultural no sólo ésta e presente en la subversión espontánea de las almas, sino que, en su negación de Dios y la Creación, desgaja cada vez más la cultura del orden natural, y disocia la contingente de lo necesario a pesar de que aquello tiene la misión de significar y manifestar esto. Así, las artes contemporáneas llegan a volverse locas en la medida en que la riqueza de las formas contingentes de los colores, de los sonidos, de las palabras, de los mitos, no significan nada, no quieren decir nada de nada. No hay naturaleza, muerta o viva, sino colores con los cuales hubiera podido ser expresada. De la música concreta al arte abstracto se trata siempre de separar, de disociar la cultura de la creación, hasta que la contemplación de esta cultura degradada, enloquecida, afirme que no hay creación y, por ello, que no hay Creador. Después de haber separado el derecho público del orden divino, después de haber disociado el derecho privado de la simple libertad humana, el enemigo de la humanidad ha llegado más profundamente, hasta lo íntimo: Ha atacado a la totalidad de la herencia cultural para que el sentido de la belleza compruebe no la armonía del mundo, sino su insignificancia y su absurdo. ¡ Es ahí adonde hemos llegado! Desde el exterior hacia el interior, hemos visto al Renacimiento separar la naturaleza de la gracia, a la Reforma separar la razón humana de la divina, a la Revolución del 89 separar el derecho de la moral, a la Revolución de 1917 separar a la economía de la dignidad de la persona, a la Revolución de 1968 separar a la cultura de la Creación.

Marcel Clément. Las tres revoluciones

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