El gran descubrimiento suyo, perfectamente exacto, es que la vida eterna no está aplazada para más tarde, que empieza desde ahora, en este mismo instante,que el reino de Dios está con nosotros, intra nos. Más el Evangelio también dice que está en nosotros como un grano de mostaza o una partícula de levadura, es decir, que no queda inerte, que no lo poseemos como substancia inerte, como un capital adquirido una vez por todas, sino que empieza a crecer, a trabajar, que alguien ha comenzado a alimentarse de nosotros, a expensas de nosotros mismos, su misteriosa labor de transformación, cuyos elementos son provistos por nuestra alma y nuestro cuerpo y cuyo termino será nuestra resurección. Es cristiano quien se adhiere plenamente a este silencioso trabajo misterioso de una nueva vida, que no quiere más que esa voluntad, que no vive más, pero que es Cristo quien vive en él.
Paul Claudel. Correspondencia con André Gide
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